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Núcleo duro justicialista ¡se busca!

 



Núcleo duro justicialista ¡se busca!

Una frase se repite constantemente entre los referentes y militantes justicialistas catamarqueños: "Raúl Jalil ha superado el umbral de tolerancia del peronismo". Esta frase no solo se relaciona con el caso Rojas y la absolución de Palacios, sino que también describe una narrativa más amplia de errores políticos que han llevado al gobernador a ser considerado como un "no peronista" e incluso como un "anti-peronista".

En Ciencia Política, existe una clasificación básica de los electores que los diferencia entre  "núcleo duro partidario" e "independientes". La diferencia entre ambos está determinada por el grado de lealtad partidaria. Mientras que los núcleos duros apoyan “incondicionalmente el proyecto”, incluso en circunstancias adversas, los independientes no tienen problemas en cambiar sus preferencias electorales de una elección a otra.

El politólogo español Lluís Orriols determinó que la presencia de ambos tipos de electores es saludable para la democracia. Por un lado, los núcleos duros garantizan estabilidad y gobernabilidad al partido oficial. En contraparte, los independientes permiten la alternancia electoral, siendo más críticos y menos leales, castigan al mal gobernante y lo reemplazan por otro que se aproxime mejor a sus preferencias.

Pero los nucleos duros también pueden experimentar una crisis de identidad frente a lideres impopulares o poco coherentes con sus doctrinas partidarias. En este caso, Orriols sugiere que los “núcleos duros” tienen dos caminos: “dar el portazo” o “levantar la voz”. La pregunta para nuestro caso sería ¿los peronistas catamarqueños en tanto núcleo duro están migrando hacia otros espacios políticos o reclamando un auténtico liderazgo peronista? Veamos que dicen las encuestas.

En los últimos dos años, la imagen negativa de Raúl Jalil fue del 70%, con picos de negatividad de hasta el 83% luego de la impopular absolución de Palacios. Al mismo tiempo, su bajo apoyo electoral, del 5%, no es identificable en ningún segmento electoral preciso, siendo más bien su apoyo difuso y disperso a nivel ciudadano. Raúl Jalil no solo parece haber perdido el apoyo de los "independientes", sino también el del  propio "núcleo duro".

Sin embargo, en lo local, el espacio justicialista cuenta con una intención de voto del 45%, lo que sugiere que el "núcleo duro justicialista" no se ha erosionado, sino que ha experimentado un cambio drástico en la composición de su liderazgo. Hoy en día, 8 de cada 10 electores justicialistas votarían por Gustavo Saadi para gobernador, mientras que los 2 restantes optarían por Raúl Jalil. Esta migración se observa en la mayoría de los sondeos provinciales, donde se registra una caída sostenida en la imagen de Raúl Jalil y un incremento paralelo y simétrico en la imagen positiva de Gustavo Saadi. 

Expuesta estas ideas ya podemos pensar en tres posibles escenarios electorales para el justicialismo: uno óptimo, uno subóptimo y uno desfavorable.

·         Escenario desfavorable

El escenario desfavorable,  implica la candidatura única de Raúl Jalil como gobernador, quien con una estructura de imagen similar a la de Alberto Fernández pondría al justicialismo local en la misma línea de fuego de un voto castigo al gobierno nacional reforzado por la simultaneidad electoral. 

En este caso, la variable de ajuste recaería en los candidatos a intendentes del justicialismo, quienes deberían enfrentar un efecto “arrastre negativo” ante un impopular candidato a  gobernador en lo provincial y de candidatos presidenciales del FDT que por el momento no tienen un buen desempeño en las encuestas. Aquellos candidatos a intendentes en los distritos más competitivos del Valle Central, serían los más perjudicados.

·         Escenario óptimo

El escenario óptimo se basa en la unidad del justicialismo pero con Gustavo Saadi encabezando la oferta como gobernador y Raúl Jalil acompañando desde otra candidatura. Este escenario es el mejor para el justicialismo porque alinearía a todas las candidaturas departamentales detrás de una figura que tiene además de una muy buena imagen, un sólido armado territorial en el principal distrito electoral de la provincia: la Capital.

Sin embargo, para contrarrestar el déficit de intención de voto de las candidaturas presidenciales del Frente de Todos (FDT), no basta solo con la buena imagen del intendente de la Capital. El justicialismo necesita además llevar a cabo elecciones primarias para cada una de las candidaturas departamentales en las 16 circunscripciones en que se divide la provincia.

Esto tiene como objetivo aumentar la participación electoral y legitimar los nuevos liderazgos a través del voto popular, lo que a su vez incrementará la competitividad de la coalición oficialista. Este efecto multiplicador, generado de abajo hacia arriba, será crucial para un oficialismo que no puede subestimar un contexto de 42,2% de pobreza y una inflación interanual de 114,2%

Entre el "control" y la "competitividad", el justicialismo no puede dudar y debe optar por promover la competitividad y la apertura, en detrimento del control y el cierre de la oferta electoral acotada al endogrupo, de donde generalmente surgen candidatos sin capital político ni territorialidad. Este es un lujo que el justicialismo no puede permitirse en la actualidad.

·         Escenario suboptimo

En el escenario subóptimo, se plantea la competencia directa entre Raúl Jalil y Gustavo Saadi en unas elecciones primarias (PASO) para decidir la candidatura a gobernador. Este escenario no es subóptimo en términos políticos, pero sí desde el punto de vista económico, debido a la duplicidad de recursos que implica.

En este escenario, la movilización de las bases partidarias, la multiplicación de las candidaturas y la competitividad electoral de la coalición del Frente de Todos (FDT) sería máxima. Esto resultaría en un aumento exponencial de los niveles de apoyo electoral del espacio, contrarrestando en gran medida el efecto arrastre negativo de los candidatos presidenciales.

Según el análisis de las encuestas, en este escenario, Gustavo Saadi ganaría sobre la base de su consenso casi homogéneo en el núcleo duro justicialista, más el apoyo de sectores independientes de la Capital que perciben su gestión con alto nivel de aprobación.

Raúl Jalil obtendría, por su parte, un apoyo difuso de sectores medios que valoran su nivel de obra pública, pero que al mismo tiempo tienen preferencias nacionales por candidatos presidenciales de otros espacios políticos como los del PRO, lo que es imposible de compatibilizar en un escenario de simultaneidad.

En todo caso, si la idea del justicialismo era apostar por los sectores medios vendiendo el perfil gerencial de Raúl Jalil como un activo electoral, la estrategia óptima era desdoblar y llevar las elecciones a marzo.

Una oportunidad histórica

Los referentes locales de JxC coinciden en que están ante una oportunidad histórica: la adversidad del contexto económico y la crisis de reputación del gobierno nacional y provincial les permite ver luz al final del túnel. Si algún indicador les faltaba, ese fue el rebranding del FDT, que cambió su nombre por Unión por la Patria. En su interpretación, argumentan que ninguna marca exitosa cambia de nombre.

En otras palabras, para ellos, el nuevo naming de “Unión por la Patria” se asemeja a las estrategias que usan las aerolíneas comerciales cuando se les estrella un avión con pasajeros y cambian de nombre para no asociar la tragedia al futuro de la empresa.

Entienden que, a diferencia de sus competidores directos del FDT, que deberán apostar primero por una estrategia que garantice la cohesión de su propio núcleo duro, en JxC los “believers” ya están afianzados y pueden salir de lleno a interpelar a los electores independientes, hoy más cercanos a los espacios opositores, por el desencanto ante un oficialismo al que responsabilizan de profundizar una crisis de sombra alargada que lleva ya más de tres años.

Sin embargo, también reconocen los limites potenciales para activar a los “electores flotantes”, en su mayor parte compuestos por “indecisos”. La Libertad Avanza de Milei podría causar un impacto negativo que impida a JxC captar el agregado volátil  necesario para ganar las elecciones de cara a octubre en este segmento. Por el momento, JxC apuesta a la estabilidad de su marca, que ya lleva más de una década, y a la territorialidad de la UCR como ventajas competitivas frente a La Libertad Avanza.

Sin embargo, La Libertad Avanza, también afecta al electorado peronista en tanto fenómeno popular. Javier Milei es técnicamente una construcción populista de derecha, y como todo populismo, ya sea de izquierda o de derecha, se emparenta en la oferta de soluciones simples a problemas complejos. Los focus group con participantes de sectores sociales bajos han evidenciado esta aparente contradicción. Ante la pregunta ¿a quién votarían? La respuesta fue: “o Milei o Cristina”.

En estas últimas investigaciones cualitativas, el cleavage con más fuerza no parece ser el de la proximidad ideológica de Milei en la derecha, disputando electores a JxC, sino más bien el cleavage popular disputando electores al FDT. 

Detectar a qué espacios políticos perjudica y beneficia más Milei hoy es aún incipiente. Lo cierto es que ambos frentes mayoritarios deberán seguir de cerca estas oscilaciones entre el Milei de "derecha" y el "popular" para decidir sus estrategias de diferenciación y contraste externo a tiempo, en una campaña atípica de tercios dinámicos.


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